Hilda Nely Lucano Ramírez
Con Historia y Conciencia de Clase Georg Lukács dejó un legado intelectual sin precedente, cuando realizó su análisis sobre el fenómeno de la cosificación, el cual, tiene sin duda, una relación estrecha con uno de los elementos sustantivos, aún vigente, del modo de producción capitalista, esto es: el carácter fetichista de la mercancía y su secreto, explicado por Karl Marx en El Capital. Me interesa tal legado porque a partir de este, es posible establecer una conexión directa con el fenómeno actual de la cosificación de los animales. En lo que sigue, deseo detenerme en la noción de cosificación de Lukács, articulando algunas tesis de Friedrich Engels sobre todo de su Dialéctica de la naturaleza, así como en dos intelectuales que plantearon la cuestión de los animales y a los que hace referencia Lukács en Historia y Conciencia de Clase. Me refiero a Rosa Luxemburgo y
Hans Kelsen. Sobre la cuestión de los animales, Luxemburgo y Kelsen, cuestionaron en buena medida las ideologías en el ámbito político y jurídico, respectivamente, mostrando que el antagonismo humano animal puede suprimirse. Así, este texto trata de profundizar, a través del legado del fenómeno de la cosificación de Georg Lukács, una de las barbaries que permanece de la sociedad capitalista: las industrias del sometimiento animal. Argumento que el carácter fetichista sobre la necesidad de utilizar animales para que sea posible la vida humana es una contradicción evidente, que también se genera por las fuerzas productivas, o mejor dicho como lo planteó Marx las “fuerzas destructivas” y las relaciones de producción actuales. Se parte del mismo supuesto que adoptó Lukács ante el marxismo, a saber, que no era un dogma, por lo que su legado tampoco podría tomarse de esta manera. Ante las nuevas situaciones históricas —específicamente la que pedecen millones de animales— es necesario repensar la herencia de Lukács y de aquellos a los que hizo referencia para desarrollar la teoría sobre el fenómeno de la cosificación.
Para Lukács era de suma importancia la crítica realizada por Karl Marx a los economistas clásicos como Adam Smith y David Ricardo, por tratar las categorías de trabajo, salario o capital, como si fuesen leyes eternas e inmutables, esto es, independientes de las condiciones materiales de la vida social. De igual forma en el ámbito de las ciencias naturales era común la “idea de la inmutabilidad absoluta de la naturaleza […] una vez presente permanecía siempre inmutable, mientras existiera […] Las especies vegetales y animales habían sido establecidas de una vez para siempre al aparecer, cada individuo siempre producía otros iguales a él”.1 Esta ideología de la inmutabilidad económica y natural, y su consecuente negación histórica de las condiciones materiales de la vida social y natural, así como el fetiche de la mercancía, han posibilitado el fenómeno de la
cosificación animal. Este fenómeno propio del capitalismo ha generado uno de los sufrimientos más barbáricos hacia millones de animales no humanos. El sometimiento de las fuerzas de la naturaleza, de los animales, puestas al servicio del capital han ocasionado el aumento inconmensurable de la producción de distintas mercancías donde están involucradas las vidas de otras especies animales, así como la normalización o indiferencia ante el sufrimiento de estos individuos.
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