Andy A. Chao
Extraño el canto de mi madre,
El color de su cresta,
La tibieza del alba en su pecho,
El viento entre alas abiertas.
Aquí, solo el eco del hierro,
El peso del hambre y la espera.
Caminamos sin cielo, sin nido,
Con plumas que nunca despegan,
Con ojos que buscan la aurora
Y solo reflejan tinieblas.
¿Acaso la luz nos olvida?
¿Acaso la tierra nos niega?
Mi carne no es cifra en tus cifras,
Mis huesos no son mercancía muerta