Gonzalo Andrés Ávila Torres
El especismo es una forma de discriminación que privilegia a los humanos sobre otras especies en función de su pertenencia biológica. Aunque históricamente aceptado y justificado mediante argumentos religiosos, científicos y culturales, este planteamiento enfrenta un dilema ético cuando se le compara con el canibalismo. Si la pertenencia a una especie es un criterio arbitrario, ¿en qué se diferencia el consumo de carne del acto de consumir carne humana? La normalización del especismo nos ha llevado a considerar que matar y consumir a un animal es moralmente aceptable, mientras que hacer lo mismo con un humano es inconcebible. Sin embargo, si analizamos ambos actos sin el sesgo cultural que los separa, la diferencia entre ellos se vuelve menos evidente.

Peter Singer ha señalado que el especismo es equiparable al racismo o al sexismo, pues en todos los casos se establece una jerarquía basada en una distinción moralmente irrelevante. Si la capacidad de sentir sufrimiento es el criterio ético central, entonces los animales no humanos, al ser seres sintientes, deberían recibir la misma consideración moral que los humanos. No obstante, la sociedad ha trazado una línea que otorga derechos solo a aquellos que pertenecen a la especie Homo sapiens, sin importar que los animales experimenten dolor, angustia y miedo de manera similar a nosotros. Esta distinción es arbitraria y culturalmente construida.

Una de las justificaciones más recurrentes para esta distinción es la inteligencia. Se argumenta que los humanos poseen capacidades cognitivas superiores y, por tanto, merecen mayor consideración moral. Sin embargo, si la inteligencia fuera el criterio definitivo para determinar el valor de una vida, entonces los bebés, las personas con discapacidad intelectual severa o aquellos en estado de coma permanente tendrían menos derechos que los adultos neurotípicos. Pero la sociedad no aplica este criterio dentro de su propia especie, lo que demuestra su incoherencia. Si rechazamos la idea de que los humanos con menor capacidad cognitiva pueden ser tratados como recursos para otros, entonces deberíamos aplicar el mismo principio a los animales.

El tabú del canibalismo ha sido una de las prohibiciones más arraigadas en diversas sociedades, considerado una transgresión inaceptable de la moral. Sin embargo, su rechazo no es un imperativo biológico, sino una construcción cultural. A lo largo de la historia, han existido comunidades que lo han practicado por motivos rituales, nutricionales o de supervivencia. Si el canibalismo es tan condenable, no es porque el acto de consumir carne humana sea en sí mismo más atroz que consumir carne animal, sino porque nuestra cultura ha establecido una frontera moral infranqueable en torno a nuestra especie.

En cambio, el consumo de carne animal ha sido legitimado mediante la tradición, la economía, la educación o el derecho. Desde la infancia, aprendemos a categorizar a los animales de acuerdo con su utilidad: algunos son mascotas, otros son alimento y otros son considerados plagas. Estas distinciones no tienen un fundamento biológico significativo, sino que responden a intereses o caprichos humanos y estructuras de poder que perpetúan la explotación animal. Si la configuración cultural de la sociedad fuera distinta, la idea de comer carne humana podría haberse normalizado del mismo modo que hoy se normaliza el consumo de carne animal.

Al cuestionar estas diferencias impuestas, se revela una verdad incómoda: la violencia inherente al consumo de carne no desaparece solo porque la víctima pertenezca a otra especie. La única razón por la que el canibalismo nos parece moralmente inaceptable mientras que el consumo de animales nos parece normal es porque hemos sido condicionados a verlo así. Si abandonamos este condicionamiento y observamos la realidad sin el sesgo del especismo, nos enfrentamos a la necesidad de replantear nuestra relación con los animales y nuestra responsabilidad ética hacia ellos.

Fuentes consultadas:

  • (S/f). Animal-ethics.org. Recuperado el 9 de febrero de 2025, de
https://www.animal-ethics.org/especismo
  • Todos somos caníbales: Lección de sabiduría de las vacas locas (1.a ed.). (2014).

Fondo de Cultura Económica.